miércoles, 29 de abril de 2009

Esperable comentario pecero

Después de varias oídas, le tomé cariño a algunos temas de El Porvenir (Alada, Volverán, Sueño). Sin embargo, es una lástima que cada vez estén más lejos -y no lo digo por una cuestión temporal- los días en que podían cantar "Nadie baila, es raro mi compás / lucen perdidos / Cierren los ojos, esto es para descifrar / con los oídos".

miércoles, 15 de abril de 2009

Frío y lugares adonde ir

Se levanta de la silla y vuelve a llenar los vasos.
Ya está, anuncia. Fin de la historia. Admito que no es una gran historia.
Me ha interesado, comenta ella.
Él se encoge de hombros y va hasta la ventana con su vaso. Ha oscurecido, pero sigue nevando.
La cosas cambian, dice. No sé cómo. Pero cambian sin que uno se dé cuenta o lo desee.
Sí, es cierto, solo que..., empieza ella. Pero no termina lo que había empezado.
Y deja el tema. Él ve reflejado en el cristal cómo ella se estudia las uñas. Luego ella levanta la cabeza. Pregunta con viveza si le va a enseñar la ciudad, de todas formas.
Él asiente: ponte las botas y vámonos.
Pero se queda en la ventana, recordando. Habían reído. Se habían apoyado el uno en el otro y habían reído hasta que se les saltaron las lágrimas, mientras todo lo demás -el frío y el lugar adonde él iba a ir- quedaba fuera. Al menos durante cierto tiempo.


Fragmento de Everything Stuck to Him, cuento de Raymond Carver disponible en What We Talk About When We Talk About Love (1981). En Argentina es editado por Anagrama y se lo conoce como De Qué Hablamos Cuando Hablamos de Amor.

domingo, 12 de abril de 2009

En sesenta años, la misma semana

PARTE UNO

Cuando mis abuelos se casaron, hace unos sesenta años, se mudaron a una casa -por aquellos días imagino que joven- que queda a unas cuatro cuadras de la casa actual de mi abuela. (Mi abuelo murió hace doce años.) Desde hace mucho tiempo, mi abuela tenía interés en entrar a su antigua casa, para ver cómo estaba después de tantos años. Ver los pasillos por los cuales caminó hace tanto tiempo; las puertas, las paredes, los muebles, las lámparas. Si bien no es tímida, por algún motivo -al cual yo llamaría "orgullo"- no pensaba tocar timbre y pedir de entrar. Sin embargo, se decía ella que si un día llegaba a encontrar a su dueño actual en la puerta, y justo ella pasaba caminando, tal vez intentaría convencerlo para que la deje pasar.

Hace algunas semanas volvía de caminar alrededor de la plaza del barrio. Al pasar por la cuadra de la casa, vio a una mujer conversando en la vereda. Le preguntó si era la dueña de su antiguo hogar. La señora, tal vez de más edad que mi abuela, le dijo que sí. Mi abuela le explicó la situación, los motivos por los cuales quería entrar, y la mujer se lo permitió. Entró a la casa, descubrió que estaba muy cambiada respecto de cuando ella la habitaba, y ambas se quedaron charlando un rato largo.


PARTE DOS

Cuando mis abuelos se casaron, hace unos sesenta años, mi abuelo ya trabajaba como protésico dental. Andaba necesitando un ayudante; alguien que le lleve los pedidos, lo ayude a ordenar, y demás cuestiones. Un día mi abuela fue a un almacén del barrio, y vio que uno de los empleados era un chico de unos doce o trece años. Cuando volvió a su casa, mi abuela le comentó a su marido que le daba la impresión de que el muchacho la pasaba mal haciendo un trabajo tan pesado con tanto calor. Mi abuelo le dijo "andá a buscarlo, y preguntale si quiere trabajar conmigo". Así lo hizo. El chico aceptó, y trabajó junto a mi abuelo durante unos tres o cuatro años.


PARTE TRES

Cerca de una semana después de haber visitado a su antigua casa, mi abuela se encontraba en la puerta de su casa actual cuando vio que un auto que pasaba le tocaba bocina. El auto paró, ella se acercó, y un hombre de poco menos de setenta años le preguntó "¿se acuerda de mí?". Mi abuela dijo que sí, descubriendo en el hombre al chico que había trabajado junto a su esposo unos sesenta años atrás. Se quedaron conversando un rato, y de pronto el hombre le preguntó, "¿usted pasó hace cerca de una semana por la casa en la que vivía cuando yo trabajaba con su marido, y le pidió a la dueña de pasar a visitarla?". Mi abuela, por supuesto, le contestó que sí.

El hombre le dijo, entonces, que él hizo exactamente lo mismo tres días después que ella. Mi abuela pasó un viernes; el hombre pasó al lunes siguiente. Él también, desde hacía mucho tiempo, tenía ganas de visitar la casa en la cual había trabajado de chico. No fue poca su sorpresa cuando la dueña actual de la casa le dijo que tres días atrás había pasado, exactamente con el mismo propósito, la dueña de hacía unos sesenta años.

martes, 7 de abril de 2009

In here too long to be afraid anymore
You can't reach the bed so you sleep on the floor


Low life is no life