jueves, 6 de noviembre de 2008

If you take all the girls I know...

If you took all the girls I knew when I was single
And brought 'em all together for one night
I know they'd never match my sweet imagination
And everything looks better in black and white

Paul Simon
de Kodachrome
en There Goes Rhymin' Simon



(Aunque el cambio del "worse in black and white" original por "better in black and white" corresponde a la versión del vivo Paul Simon's Concert in the Park).

Cosificación. Capitalismo. Lukács mirando a eso que hoy se dice comunicación social

El modo específico de la «mentalidad concienzuda» burocrática, de su objetividad, la necesaria y plena subordinación al sistema de las relaciones cósicas en que se encuentra cada burócrata, la idea de que su «honor», su «sentimiento de la responsabilidad» le exige precisamente esa subordinación completa, todo muestra que la división del trabajo ha sido aquí arraigada en lo «ético», al modo como el taylorismo la ha arraigado ya en lo «psíquico». Pero esto no es una debilitación, sino una intensificación de la estructura cosificada de la consciencia como categoría básica para toda la sociedad. Pues mientras el destino del trabajador se presenta aún como un destino aislado (al modo del del esclavo antiguo), la vida de las clases dominantes puede desarrollarse en otras formas. Pero el capitalismo ha producido, con la estructuración unitaria de la economía para toda la sociedad, una estructura formalmente unitaria de la consciencia para toda esa sociedad. Y esa estructura unitaria se manifiesta en el hecho de que los problemas de consciencia del trabajo asalariado se repiten en la clase dominante, refinados, sin duda, espiritualizados, pero precisamente por eso también agudizados. El «virtuoso» especialista, el vendedor de sus capacidades objetivadas y cosificadas, no sólo es espectador del acaecer social (aquí no podemos siquiera indicar lo mucho que la moderna administración, la jurisprudencia, etc., toman la forma esencial antes indicada como propia de la fábrica en contraposición al artesanado), sino que se sume en una actitud contemplativa respecto del funcionamiento de sus propias capacidades objetivadas y cosificadas. Esta estructura se revela del modo más grotesco en el periodismo, en el cual la subjetividad misma, el saber, el temperamento, la capacidad expresiva, se convierten en un mecanicismo abstracto, independiente de la personalidad del «propietario» igual que de la esencia concreta material de los objetos tratados: en un mecanismo que funciona según sus propias leyes. La «falta de conciencia y de ideas» de los periodistas, la prostitución de sus vivencias y de sus convicciones, sólo puede entenderse como culminación de la cosificación capitalista.


Fragmento de El Fenómeno de la Cosificación, primera parte de La Cosificación y la Consciencia del Proletariado (1923), de György Lukács. En Historia y Consciencia de Clase.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La sátira, el horror y el infundibulum crono-sinclástico de Vonnegut

Rumfoord se materializó en la Tierra, en Newport, dos veces durante la guerra entre Marte y la Tierra, una vez justo cuando empezaba, y la otra el día que terminó. Él y su perro, en esa época, no tenían una significación religiosa particular. Eran simplemente una atracción turística.
Los dueños de la hipoteca sobre la propiedad de Rumfoord la habían arrendado a un empresario de espectáculos llamado Marlin T. Lapp. Lapp vendía a un dólar billetes para asistir a las materializaciones.
Salvo la aparición y luego la desaparición de Rumfoord y su perro, no había mucho espectáculo que ver. Rumfoord no decía una palabra a nadie salvo a Moncrief, el mayordomo, y lo hacía en voz muy baja. Se despatarraba rumiando en una silla del cuarto que estaba debajo de la caja de la escalera, en el Museo Skip. Y se tapaba los ojos con una mano, enroscando los dedos de la otra en la apretada cadena de Kazak.
Rumfoord y Kazak eran anunciados como fantasmas.
Había un andamiaje del otro lado de la ventana del cuartito, y la puerta que daba al corredor había sido suprimida. Dos hileras de espectadores podían desfilar para echar un vistazo al hombre y al perro del infundibulum crono-sinclástico.
- Me parece que no tiene muchas ganas de hablar hoy, amigos -decía Marlin T. Lapp-. Como comprenderán, tiene un montón de cosas en qué pensar. No está exactamente aquí, amigos. Él y su perro están desparramados en el camino del Sol a Betelgeuse.
Hasta el último día de la guerra toda la publicidad estuvo a cargo de Marlin T. Lapp.
- Es maravilloso que todos ustedes, amigos, en este gran día de la historia del mundo, vengan a ver este gran espectáculo cultural, educativo y científico -dijo Lapp el último día de la guerra.
"Si este fantasma hablara -dijo Lapp-, nos contaría maravillas del pasado y del futuro, y de cosas del Universo ni siquiera soñadas. Tengo la esperanza de que algunos de ustedes tengan la suerte de estar presentes cuando decida que ha llegado el momento de decirnos todo lo que pueda.
- El momento ha llegado -dijo Rumfoord con voz cavernosa-. Vaya si ha llegado -añadió Winston Niles Rumfoord.
"La guerra que termina hoy ha sido gloriosa para los santos que la perdieron. Esos santos eran terráqueos como nosotros. Fueron a Marte, montaron sus desesperados ataques y murieron alegremente para que los terráqueos pudieran por fin convertirse en un solo pueblo alegre, fraternal y orgulloso.
"Su deseo, cuando murieron -dijo Rumfoord-, era no el paraíso para ellos, sino la hermandad del hombre en la Tierra.
"Con ese objeto, piadosamente deseado -dijo Rumfoord-, les traigo la palabra de una nueva religión que puede ser recibida con entusiasmo en todos los rincones de cada corazón de la Tierra.
"Las fronteras nacionales -dijo Rumfoord-, desaparecerán.
"La sed de guerra -dijo Rumfoord-, se extinguirá.
"La envidia, el miedo, el odio se extinguirán.
"El nombre de la nueva religión -dijo Rumfoord-, es la Iglesia de Dios, el Absolutamente Indiferente.
"La bandera de esa iglesia será azul y oro -dijo Rumfoord-. En esa bandera, en letras de oro sobre campo azul, se leerán las siguientes palabras: Ocúpate de los hombres y Dios Todopoderoso se ocupará de sí mismo.
"Las dos principales enseñanzas de esta religión son las siguientes -dijo Rumfoord-: El hombre endeble no puede hacer nada para ayudar o agradar a Dios Todopoderoso, y la Suerte no es la mano de Dios.
"¿Por qué han de creer ustedes en esta religión más que en otra? -preguntó Rumfoord-. Han de creer en ella porque yo, como jefe de esta religión, puedo hacer milagros, y ningún jefe de otra religión puede. ¿Qué milagros puedo hacer? Puedo hacer el milagro de predecir, con absoluta exactitud, las cosas que traerá el futuro.
A continuación Rumfoord predijo con gran detalle cincuenta acontecimientos futuros.
Esas predicciones fueron cuidadosamente registradas por los presentes.
Es innecesario decir que todo llegó en su momento a cumplirse, y a cumplirse con el mayor detalle.
- Las enseñanzas de esta religión parecerán sutiles y confusas al principio -dijo Rumfoord-. Pero resultarán bellas y claras como el agua a medida que pase el tiempo.
"Como comienzo por ahora confuso -dijo Rumfoord-, les contaré una parábola:
"Una vez la suerte dispuso las cosas de tal manera que nació un niño, Malachi Constant, el más rico de la Tierra. El mismo día la suerte dispuso las cosas de tal manera que una abuela ciega tropezó con un patín de ruedas en lo alto de unas escaleras de cemento, el caballo de un policía pisó al mono de un organillero, y un ladrón de bancos en libertad condicional encontró en el fondo de un baúl, en su desván, un sello de correos que valía novecientos dólares. Y yo les pregunto: ¿la suerte es la mano de Dios?
Rumfoord alzó un dedo índice tan transparente como una tacita de Limoges. -En mi próxima visita, compañeros de la fe -dijo Rumfoord-, les contaré una parábola sobre la gente que hace cosas creyendo que Dios Todopoderoso lo quiere. Entre tanto harán bien, como fundamento de esta parábola, en leer todo lo que caiga en sus manos sobre la Inquisición Española.
"La próxima vez que venga a verlos -dijo Rumfoord- les traeré una Biblia revisada para que tenga sentido en los tiempos modernos. Y les traeré una breve historia de Marte, una verdadera historia de los santos que murieron para que el mundo pudiera unirse en la Hermandad del Hombre. Esta historia destrozará el corazón de todo ser humano que sea sensible.
Rumfoord y su perro se desmaterializaron bruscamente.

En la nave espacial que iba de Marte a Mercurio, en la nave espacial que llevaba a Unk y Boaz, el piloto automático decretó que otra vez era de día en la cabina.
Era el alba después de la noche en que Unk le había dicho a Boaz que la cosa que tenía en el bolsillo ya no podía hacer daño a nadie.
Unk dormía sentado en su litera. Tenía sobre las rodillas el rifle cargado y preparado para disparar.
Boaz no dormía. Estaba tendido en su tarima. Boaz no había pegado los ojos. Ahora podía, si lo deseaba, desarmar y matar fácilmente a Unk.
Pero Boaz había decidido que necesitaba un compinche más de lo que necesitaba un modo de hacer que la gente cumpliera exactamente su voluntad. Pero de todos modos, durante la noche había perdido mucha de su seguridad sobre lo que quería que la gente hiciera.
No estar solo, no tener miedo: Boaz había decidido que ésas eran las cosas importantes en la vida. Un verdadero compinche sería más útil que cualquier otra cosa.
La cabina estaba llena de un sonido extraño, como un susurro, una tos. Era risa. Era la risa de Boaz. Lo raro era que Boaz nunca se había reído así, nunca se había reído de las cosas que le hacían reír ahora.
Se reía del lío fenomenal en que estaba metido, y de cómo durante toda su vida militar había presumido entender todo lo que ocurría, y que todo lo que ocurría estaba muy bien.
Se reía de la manera estúpida en que había sido usado por Dios sabe quién para Dios sabe qué.
- Caramba, compadre -dijo en voz alta-, ¿qué estamos haciendo aquí en el espacio? ¿Qué estamos haciendo con estas ropas? ¿Quién maneja esta cosa disparatada? ¿Cómo hemos subido a esta caja de lata? ¿Cómo vamos a disprarar contra alguien cuando lleguemos a donde vamos? ¿Cómo se nos acercarán y dispararán? ¿Cómo? -preguntó Boaz-. Compadre, ¿me vas a decir cómo?
Unk se despertó, blandió el máuser en dirección a Boaz.
Boaz siguió riéndose. Sacó la caja de control del bolsillo y la arrojó al suelo. -No la quiero, compadre -dijo-. Está muy bien que la hayas hecho pedazos. No la quiero.
Y entonces gritó-: ¡No quiero nada de toda esta basura!


Fragmento de The Sirens of Titan (1959), de Kurt Vonnegut. Editado en Argentina por Minotauro bajo el título Las Sirenas de Titán.

lunes, 3 de noviembre de 2008

La hipocresía, la década de los 30, el presente

- ¿Se puede? el estómago se me revuelve
- Sí, pase, por favor. La estaba esperando, qué arreglada se vino la petisa
- Qué lindas tiene las plantas... pero la casa da asco
- Es lo único que me daría lástima dejar, si me fuera de Vallejos... ¿qué mirás tanto los mosaicos rotos del piso? se vino impecable, la lana del tapado es cara, el sombrero de fieltro
- Qué frío hace, ¿no? no tiene estufa, esta orillera
- Sí, perdone que esta casa es tan fría, venga por acá que pasamos a la sala. vas a encontrar mugre si sos bruja... fijate qué limpieza.
- Mire, a mí no me importa ir a la cocina, si está más calentito... no tiene estufa, ya se le cayó la papada, debe tener cuarenta y cinco, y los ojos bolsudos
- Bueno, si no le importa vamos, está todo limpito, por suerte. te creías que me agarrabas con todo sucio ¡enana sos! ¡enana! por más que te pongas sombrero para alargarte
- ¿Le traga mucha leña esta cocina? la debe refregar todo el día, la orillera esta
- Y, bastante, pero como me la paso acá todo el día, no importa. sí, soy sencilla ¿y qué te importa?
- ¿Recibió carta de su hija? la gorda
- Sí, está lo más bien, gracias. pescó marido, no como vos
- ¿Dónde es que se fue a vivir, a Charlone? cuatro ranchos perdidos entre la tierra
- Sí, el muchacho tiene el negocio en Charlone. Tan chiquito Charlone, ¿no? pero casada, casada, no soltera como quien sabés...
- Usted hace bien en irse de Vallejos, ¿qué va a hacer acá sola? y remanyada
- Sí, la hija se me fue, qué voy a hacer acá sola. cuando se tiene un amor, a qué perder el tiempo sola...
- ¿Cuántos años hace que se quedó viuda? ¿qué le habrá visto mi hermano? es ordinaria, mal vestida
- Van para doce años, ya. La nena tenía ocho años cuando él murió. Yo he sufrido mucho en la vida, señorita Celina. me llegó la hora de pasarla bien, qué te pensás...
- ¿Qué edad tenía usted al morir su esposo? confesá
- ¿Qué le digo? La nena tenía ocho... no, no, no, no te voy a dar el gusto
- Mire, señora, como le mandé decir, tengo algo que hablar con usted muy importante. tenés un corte de pelo a la garçonne que da asco y esos aros de argolla no le faltan a ninguna chusma
- Sí, hable con toda confianza. ayudame Dios mío, que ésta es capaz de cualquier cosa
- Mire, ante todo quiero que usted me prometa no contárselo a nadie. orillera chusma, vas a sufrir sin contárselo a la vecina
- Se lo juro por lo más sagrado. ¿Dios no me castigará que estoy jurando?
- ¿Por quién? si jurás por mi hermano te escupo
- por Juan Carlos no me animo Por la felicidad de mi hija.
- Bueno. Mire, yo recibí carta de mi hermano contándome lo que usted piensa hacer.
- ¿Qué es lo que cuenta? ¿con qué se vendrá esta? ¿me amenazará con contárselo a mi nena?
- ¿Para qué quiere que se lo repita? te embromé
- Y si por ahí le dice algo que no es todo verdad, no quiero decir que él sea mentiroso, pero por las dudas que no haya un malentendido. por las dudas
- Dice que usted supo que nosotras, mamá y yo, no vos, atorranta no podíamos más mandar tanto dinero a Córdoba para el tratamiento nuevo, y la pensión donde está que no es buena, y la mejor cuesta un ojo de la cara, bueno, que usted lo escribió diciéndole que quería vender esta casa y mudarse a Cosquín, para comprar una casita allá y tomarlo a él de pensionista. cómo te puede tolerar mi hermano, cascajo, siempre de taco alto y zoquetes
- Sí, es todo verdad, y si puedo voy a tomar algún pensionista de veras para que me ayude en los gastos.
- Mi mamá está muy molesta con todo esto. de tratar con orilleras
- ¿Por qué? ¿no es por el bien del hijo acaso? todas las copetudas tienen el corazón de hielo
- Sí, pero sufre al no poder ayudarlo como quisiera.
- mejor que le mandaras unos pesos, en vez de tanto tapado y sombrero. Y, pero no hay que ser tan orgullosa tampoco, eso está mal.
- Mi mamá no es orgullosa, eso no está bien que usted lo diga. Lo que pasa es que mi mamá fue educada para que nunca le faltara nada, y ahora le duele, ¿es natural, no? ¡abarajate esa! ¡abarajátela!
- cómo tenés coraje de ofenderme, perra... Sí, las madres son así.
- Bueno, entonces mi mamá, y yo también, le queremos pedir una cosa.
- Dígame. ¿me arruinarán todo? ¿perderé a mi amor?
- ¿Usted va a vender los muebles, los va a rematar?
- ¿me salvé? No, porque no me dan nada, y después si tengo que comprar muebles nuevos en Cosquín va a ser carísimo. Para colmo que ahí no sé si habrá una mueblería, ¿se imagina si los tengo que ir a comprar a la ciudad de Córdoba?
- Mi mamá y yo nos imaginamos que los iba a mandar de acá.
- Sí, los mando de acá. Y ya tengo oferta para la casa, ¿sabe? nada, nada me va a parar
- Bueno, mi mamá, y yo también, le pedimos una cosa: usted no va a tener ninguna oposición de nuestra parte, pero le pedimos que no diga a nadie que se va a Cosquín. caradura, a juntarse con un muchacho más joven
- No se preocupe, yo tampoco pensaba decirle a nadie, y a mi hija tampoco todo. Usted sabe la lengua que tienen acá. Si no fíjese lo que dicen de la Mabel... tomá, aguantátela, que es amiga tuya
- ¿qué querés insinuar vos y la papada que tenés? Yo no lo creo. Una chica de familia como Mabel no se iba a meter con ese negro.
- son todas unas atorrantas y vos peor que ninguna Puede ser que sean inventos. Pero parece que en la declaración se contradijo.
- Estaría nerviosa... En fin, volviendo a nosotras, aunque usted no diga de Cosquín, la gente se va a dar cuenta si no anda con más cuidado. Por ejemplo los muebles, no los despache desde acá.
- ¿Y cómo voy a hacer?
- Si usted los despacha por la compañía de mudanzas de acá, en seguida lo va a saber todo el mundo. Mande los muebles de acá a lo de su hija en Charlone, y de ahí a Cosquín. Y para todo tome las mismas precauciones.
- a Juan Carlos no me lo quitás ¿Qué más precauciones?
- Todo. Así nadie se entera que usted está allá con mi hermano. Usted tiene que comprender que para nuestra familia es una vergüenza. te la dije
- no, vergüenza es robar Si Dios le mandó esa enfermedad a su hermano fue la voluntad de Dios, no gana nada con tener vergüenza.
- ¿Pero me promete hacer eso con los muebles y con la escritura de la casa? Tiene que dar para todos los trámites la dirección de su hija en Charlone. ¿Me lo promete?
- Se lo prometo. y vos que te andás subiendo al auto de los viajantes, enana ¿qué derecho tenés a hablarme en ese tono?


Fragmento de Boquitas Pintadas (1969), de Manuel Puig.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Rataplán, plan, plan

demasiado frágil
la gata es demasiado frágil
el horror

Doble inexistencia y fugacidad


Las Ciudades y los Intercambios. 2


En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen.

Pasa una muchacha que hace girar una sombrilla apoyada en su hombro, y también un poco la redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, los ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura con otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que en un instante todas las combinaciones se agotan y otros personajes entran en escena: un ciego con un guepardo sujeto por una cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz, un efebo, una mujer descomunal. Así entre quienes por casualidad se juntan bajo un soportal para guarecerse de la lluvia, o se apiñan debajo del toldo del bazar, o se detienen a escuchar la banda en la plaza, se consuman encuentros, seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rozarse con un dedo, casi sin alzar los ojos.

Una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la más casta de las ciudades. Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.


Cuarta ciudad de la tercera serie de Le Città Invisibili (1972), de Italo Calvino. Editado en Argentina por Siruela bajo el título Las Ciudades Invisibles
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