jueves, 8 de noviembre de 2007

Fuego de Luna

Lo más admirable de lo fantástico es que lo fantástico no existe. Todo es real”. – André Breton.

Si mi mejor amigo, muerto hace mucho, se me apareciese, tocase mi oreja con sus dedos y la inflamase instantáneamente, yo no creería que venía del infierno; yo no creería por eso ni en Dios, ni en la Inmaculada Concepción, ni en que la Virgen me puede ayudar en los exámenes. Pensaría sólo: ‘Luis, aquí tienes otro misterio que tampoco comprendes’”. – Luis Buñuel.



¡No sabés lo que me pasó la otra noche! Resulta que estaba con Manuel en mi habitación. Estábamos escuchando música, charlando, cuando empezamos a escuchar ruidos en la escalera. Era muy raro. En mi habitación estaba prendida una de las luces del techo, y de repente empezó a apagarse y prenderse, se iba y volvía, se iba y volvía. A los diez segundos, más o menos, se estabilizó, pero para ese momento ya estábamos muertos de miedo.

Volviendo a los ruidos: era como el sonido que hacen los grillos, pero muchísimo más fuerte y filoso. De repente, Chester se puso a ladrar, cosa muy rara... ¿Qué me mirás con esa cara? Sí, dos grandulones de diecinueve años muertos de miedo, ¿qué tiene? Tendrías que haber estado ahí, con nosotros, a ver si te hacías la viva...

Bueno, el asunto es que bajamos el volumen de la música, porque cada vez nos alteraba más. Ya iban como dos minutos del ruido y nosotros paralizados, mirándonos, sin decir nada. Apagamos la luz, no sé por qué. Fue algo bastante insensato. El tema es que los ruidos fueron haciéndose más fuertes y, encima, por la hendija de debajo de la puerta se empezó a ver una luz naranja.

Te podés imaginar cómo nos pusimos... Manuel estaba temblando y yo sentía que el corazón me latía cada vez más y más rápido. Ahora que pienso en frío, no entiendo por qué no salimos por la ventana. Bah, sí entiendo por qué: porque no podíamos ni pensar, ni movernos, ni hablar, ni nada.

De un momento al otro, los ladridos del perro pararon, después chilló durante varios segundos y se calló de repente. Me hubiera preocupado si no hubiera sido porque en ese momento no era capaz ni de respirar.

Ahora el ruido se iba amplificando: ya no sonaba como grillos, sino como ratas. ¿Viste cuando escuchás a montones de ratas juntas, amontonadas, haciendo esos sonidos que ponen la piel de gallina? Bueno, así.

En ese momento, junté coraje, respiré hondo, y le dije a Manuel: “¿qué hacemos?”. Me quiso contestar algo, pero apenas balbuceó un par de sonidos ininteligibles y se quedó mirando a un punto fijo con los ojos helados, nerviosos.

Me di cuenta, entonces, de que el ruido no solamente sonaba cada vez más fuerte, sino que estaba más cerca que al principio. Lo sentía al lado de mi oreja. Lo que pasa es que se iba acercando tan despacio que no me había dado cuenta antes. También el naranja, que seguía entrando por debajo de la puerta, era más brillante. Era fácil darse cuenta de que todo el rectángulo de la escalera estaba de ese color. El calor que llegaba a la habitación, noté en ese momento, era insoportable. De hecho, estaba transpirando muchísimo. Es increíble todas las cosas que te pueden pasar sin que te avives cuando estás asustado.

Bueno, ahora seguramente te estarás preguntando cómo terminó todo. Aunque te parezca mentira, lo próximo que recuerdo es que me despertaba, con el sol entrando furiosísimo por las cinco ventanas. Yo estaba tirado en el puff negro y Manuel sentado en la cama, apoyado contra la pared. Cuando lo miré, él estaba abriendo los ojos. Tardé unos segundos en darme cuenta de que el equipo de música, el ventilador y la computadora estaban desenchufados.

Hablamos un rato sobre lo de la noche anterior, y él también se acordaba de todo. En fin, quisimos bajar a comer algo porque teníamos hambre, pero por un lado no nos animábamos a salir de la pieza y bajar la escalera.

Teníamos que hacerlo sí o sí, así que abrí la puerta sin pensar demasiado. Para nuestro asombro, estaba todo en perfectas condiciones. Chester durmiendo en el patio, nada fuera de lo normal. Lo único curioso fue que encontramos un fósforo usado en un peldaño de la escalera.

5 comentarios:

Josef Gaishun dijo...

Abro con texto viejo. Ya vendrán cosas más nuevas, sí, sí.

Anónimo dijo...

Genial decisión AL! Espero que te puedas desenvolver bien y tengas la continuidad que vos pretendas (vah, que te sienta comoda). El comienzo parece prometedor

Animo!! Manu.

Josef Gaishun dijo...

Gracias, Manu.

Espero ir posteando más y más y más textos, todos geniales e interesantísimos, y que la gente me admire y yo me haga multimillonario.

Bueno, o por ahí no y es mejor aspirar por el momento a desenvolverme bien y tener la continuidad que yo pretenda.

Ojalá que así sea. Y gracias de vuelta.


Un abrazo

Anónimo dijo...

Buen comienzo amigo!
Éxitos, éxitos, y más éxitos

Josef Gaishun dijo...

¡Gracias por pasar, Vero! ¡Y gracias por los deseos de éxitos!

Un beso enorme