Cuando desperté, no tenía la más remota idea de la hora. El deslizamiento de tiempo había alterado mis ritmos circadianos. Sólo sabía que era de noche, desde hacía rato. Me quedé acostado escuchando, como en éxtasis, un profundo mundo de sonidos. La casona de troncos crujía y resonaba como un galeón a toda vela. Oía las voces de la madera y las voces humanas, y también ráfagas de música y canciones. En algún lugar sonaban las esquilas; quizá las vacas volvían a los establos. ¡Y además, ese maravilloso mundo de aromas y olores! Podrías decir que el pensamiento que dominaba mi mente era este: ¡Joe Bodenland, has escapado del siglo XXI!
Fragmento de Frankenstein Unbound (1973), de Brian W. Aldiss
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