miércoles, 20 de agosto de 2008

Dr. Strangelove

No one likes us, I don't know why,
we may not be perfect, but heaven knows we try
But all around, even our old friends put us down,
let's drop the big one and see what happens

We give them money, but are they grateful?
No, they're spiteful and they're hateful
They don't respect us, so let's surprise them,
we'll drop the big one and pulverize them

Asia's crowded and Europe's too old
Africa is far too hot and Canada's too cold
And South America stole our name
Let's drop the big one, there'll be no one left to blame us

We'll save Australia,
don't wanna hurt no kangaroo
We'll build an All American amusement park there,
they got surfin', too

Boom goes London and boom Paris,
more room for you and more room for me
and every city the whole world round
will just be another American town
Oh, how peaceful it will be,
we'll set everybody free
You'll wear a Japanese kimono
and there'll be Italian shoes for me

They all hate us anyhow
so let's drop the big one now
Let's drop the big one now


Tétrico-hilarante letra de Political Science, tema de Randy Newman grabado en Sail Away (1972)

sábado, 16 de agosto de 2008

Cómo ve a los hombres el magnífico hombre-perro

En otro tiempo había idealizado a la humanidad, impulsado por su tonta lealtad canina, sin sentido crítico. Pero ahora su fino olfato había descubierto la verdad. Los hombres eran astutos, sí, pero de un modo diabólico. Y sin embargo no eran de una inteligencia tan coherente como había creído. Caían a cada rato en una opacidad subhumana. Y no se conocían como él se conocía a sí mismo, ni siquiera como él los conocía. ¡Y cómo los conocía! Se había criado en una familia superior, pero incluso los Trelone eran a menudo estúpidos e insensibles. La propia Plaxy sabía muy poco de sí misma. Estaba tan absorta en su personalidad que no podía verse; el bosque le impedía ver los árboles. Muy a menudo se mostraba razonable o presuntamente virtuosa sólo para satisfacer algún minúsculo orgullo que ella misma no veía. Pero él, Sirio, lo veía claramente. Ella era capaz, también, de una refinada crueldad. Impulsada por el resentimiento podía tratar de que Sirio se sintiera un proscrito o un abyecto gusano.

Pero lo que más encolerizaba a Sirio era cómo los hombres, y especialmente los seres superiores que había conocido en Cambridge, se engañaban a sí mismos. Todos usaban alguna máscara. McBane, por ejemplo. Estaba dedicado a la ciencia, pero hasta cierto punto. Vivía sobre todo dedicado a sí mismo. ¿Por qué no decía sencillamente "Oh, ya sé que en el fondo soy un egoísta, pero trato de no serlo"? Fingía, al contrario, tener una lealtad de perro ovejero hacia la ciencia. Pero no se sacrificaba por la ciencia. Quizá lo hiciera algún día, como Thomas. Quizás algún día estuviera dispuesto hasta a morir por la ciencia. Pero no moriría sólo por la ciencia, sino también por su propia reputación de hombre de ciencia abnegado.

¡Ah, Dios! ¡Qué especie para gobernar el planeta! ¡Y tan obtusos para todo lo que no fuese humano! ¡Tan incapaces de entender cualquier otro tipo de espíritu! (¿No había comprobado acaso el fracaso de Plaxy?) Y crueles, vengativos. (¿Acaso Plaxy no le había clavado las uñas?) Y orgullosos. (¿No lo consideraba Plaxy, acaso, en el fondo de su corazón, "nada más que un perro"?)


Fragmento de Sirius: A Fantasy of Love and Discord (1944), de Olaf Stapledon.

Too Many Machos

Soldadito invasor,
quítese el uniforme y póngase a bordar
su bandera si es hombre
Cruzadito vencedor, quítele esas estrellas
Borde en su lugar gajos y flores frescas

Ahora que la hebra se cortó,
mientras elige un hilo nuevo y un nuevo color,
busque en su cabeza una canción
de esas que su madre alguna vez le cantó

Y cante fuerte, vencedor, y cántele a sus mujeres,
que ellas saben transformar todo el dolor que les duele
Llore mucho, peleador, y cuente qué le contaron
para poder combinar ser asesino y cristiano

Adórnese con flores todo el pelo
Deje de ser soldado
Sea un hombre entero


Gabo Ferro
Si Es Hombre
de Todo Lo Sólido Se Desvanece en el Aire (2006)

viernes, 15 de agosto de 2008

George, el sexo y yo

You know, I've been thinking... I cannot envision any circumstances in which I'll ever have the opportunity to have sex again. How's it gonna happen? I just don't see how it could occur.

Saben, estuve pensando... No puedo imaginarme ninguna situación en la cual pueda tener la oportunidad de volver a tener sexo. ¿Cómo va a pasar? Sencillamente no puedo ver cómo podría ocurrir.


O en qué momento de Seinfeld comprendí que tengo más cosas en común con George Costanza de las que me gustaría.


(Temporada 2, Episodio 07: The Pony Remark)

viernes, 8 de agosto de 2008

One Our Father, three Hail Marys / each Saturday night

No me es desconocido que muchos tenían y tienen la opinión de que las cosas del mundo son gobernadas de tal modo por la fortuna y por Dios, que los hombres con su prudencia no pueden corregirlas, e incluso que no tienen ningún remedio. Por esto podrían juzgar que no vale la pena fatigarse mucho en tales ocasiones, sino que hay que dejarse gobernar por la suerte. Esta opinión está más acreditada en nuestros tiempos a causa de las grandes mudanzas de las cosas que se vieron y se ven todos los días, fuera de toda conjetura humana. Pensando yo alguna vez en ello, me incliné en cierto modo hacia esta opinión.

Sin embargo, como nuestro libre albedrío no está anonadado, juzgo que puede ser verdad que la fortuna sea el árbitro de la mitad de nuestras acciones, pero que también ellas nos dejan gobernar la otra mitad, aproximadamente, a nosotros. La comparo con uno de esos ríos fatales que, cuando se embravecen, inundan las llanuras, derriban los árboles y los edificios, quitan terreno de un paraje y lo llevan a otro: todos huyen en cuanto le ven, todos ceden a su ímpetu sin poder resistirle. Y, a pesar de que estén hechos de esta manera, no por ello sucede menos que los hombres, cuando están serenos los temporales, pueden tomar precauciones con diques y esclusas, de modo que, cuando crece de nuevo, o correrá por un canal, o su ímpetu no será tan licencioso ni perjudicial.

Fragmento del capítulo XXV de Il Principi (1513), de Niccolò Machiavelli -o Nicolás Maquiavelo, como es más conocido por estas pampas.

Es cierto, el muchacho tiene algunas cosas no muy queribles (es más, se manda una barrabasada misógina en este mismo capítulo), pero también tiene momentos notables, en los cuales incluso brilla poéticamente. Acá, por ejemplo, lo podemos leer mandándose una quijotada de aquellas al limitar (bueno, más bien eliminar) el poderío de Dios en las vidas de los humanos. Claro que de un modo particular y con cierta sutileza necesaria en la época. Pero te quisiera ver a vos escribiendo eso en 1513.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Loach & Polanski

Mi viejo diría "dos potencias se saludan".
(No, no creo que los tenga mucho, pero siempre dice esa frase).
Por otro lado... están grandes, che.

martes, 5 de agosto de 2008

Just like Sicko


Más de Zippy the Pinhead, acá.

Campos infernales

I had a pony, her name was Lucifer
I had a pony, her name was Lucifer
She broke a leg and needed shooting,
I swear it hurt me more than it could ever have hurted her

(Bob Dylan)