martes, 17 de marzo de 2009
Everything looks better in black and white X
Momentos particularmente cautivadores de una película que:
a) Estética y emocionalmente es capaz de transportar a un universo ficticio -en este caso, una visión monstruosa del infierno- con una fuerza nunca antes -ni después- vista. De su detallista torrente creativo bebieron, me da la impresión, cineastas tan disímiles como Favio, Barker, Fellini, Jodorowsky, Maddin y De Palma (y también Dante Tomaselli, pero ese no cuenta, por berreta). A mi entender, le ha aportado tanto al cine fantástico de la era silente como las mejores obras de Wiene o Murnau.
b) Supuso la aparición, sutil y casi inconsciente, de un género cinematográfico que más tarde se desenvolvería hasta alcanzar niveles maravillosos de rareza: el falso documental.
c) Es auténticamente tétrica, espantosa, dolorosa. Por el horror sobrenatural y por el terror histórico. Dueña o no de cierto mal gusto, consigue su cometido: es una película de terror hecha y derecha. Quien pretenda buscar una gran cohesión, no va a encontrarla. El conjunto, más que redondo, es impactante y radical.
d) Tocó, no sin poca delicadeza, un tema tan relevante como la quema de mujeres acusadas de brujería durante la Inquisición. Es cierto que para un retrato con mayores sensibilidad y dramatismo más vale recurrir al encare de, pongamos, Dreyer. Pero, reitero: la búsqueda de esta película era muy otra.
e) Le es al infierno y a sus habitantes, podría decirse, lo que A Descent into the Maelström de Poe le es a los remolinos acuáticos.
Häxan, de Benjamin Christensen.
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