miércoles, 18 de marzo de 2009

"They don't care what they do to you, believe me"

Qué curioso que resulta cuando un acontecimiento pasajero te despierta la conciencia de la fuerza increíble del cine.

Falleció Natasha Richardson. Leo, por acá y por allá, que era la esposa de Liam Neeson, y la hija de Tony Richardson y Vanessa Redgrave. Me suscita cierta pena, claro, pero nada considerable.

De repente, chusmeando, veo que es la protagonista de The Comfort of Strangers, de Paul Schrader. Y me sacudo. Porque sí, porque siento como si hubiera fallecido el personaje. Porque ahora cada vez que leo que murió Natasha Richardson se me viene a la cabeza el personaje de Mary, esa dulzura mezclada con curiosidad intelectual que sufre un descenso torbellinesco junto al personaje de Rupert Everett. También me acuerdo, claro, del magnetismo sobrenatural y decadente de la pareja que conforman Christopher Walken y Helen Mirren.

Se me viene a la cabeza todo eso, y pienso en Natasha Richardson, y ya no es la misma sensación que hace una hora. Y todo porque The Comfort of Strangers es, hasta donde vi, LA película de Schrader, y también una de las grandes películas de los 90s -y de las más desesperantes, por cierto. Pero la vida de Richardson era más importante. Pero a mí se me viene a la cabeza Mary. Pero...



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