martes, 17 de febrero de 2009

Teología, geometría y oficina

Querido lector:

Los libros son hijos inmortales que desafían a sus progenitores.
Platón


Descubro, estimado lector, que he ido habituándome al agitado ritmo de la vida oficinesca, adaptación de la que no me creía capaz. No hay duda, desde luego, de que en mi breve carrera en Levy Pants Limitada he logrado introducir varias innovaciones prácticas y eficientes. Los lectores que sean también trabajadores administrativos y estén leyendo este penetrante diario en el descanso del café, o en otra circunstancia similar, deberían tomar buena nota de una o dos de mis innovaciones. Dirijo también estos comentarios a los funcionarios y a los ricachones en general.

He dado en llegar a la oficina una hora más tarde de lo que allí se me espera. En consecuencia, me encuentro muchísimo más reposado y fresco cuando llego, y evito esa primera hora lúgubre de la jornada laboral en la que los sentidos y el cuerpo entorpecidos aún por el sueño convierten cualquier tarea en una penitencia. Considero que, al llegar más tarde, mejora notablemente la calidad del trabajo que realizo.

De momento, debo mantener en secreto la innovación que he introducido en relación con el sistema de archivado, pues es revolucionaria, y he de comprobar los resultados antes de revelarla. En teoría, la innovación es magnífica. Sin embargo, he de decir que esos papeles viejos y amarillentos que se guardan en los archivos constituyen un peligroso riesgo de incendio. Un aspecto más especial, que quizá no tenga aplicación en todos los casos, es que mis archivos son, al parecer, domicilio de insectos y animales diversos. La peste bubónica es algo que resultaba natural en el Medioevo. Pero creo que contraerla en este espantoso siglo resultaría tan solo ridículo.

Hoy nuestra oficina se vio honrada al fin con la presencia de nuestro amo y señor, G. Levy. A decir verdad, me pareció un tanto indiferente y despreocupado. Llamé su atención sobre el cartel (sí, lector, al fin está terminado y colocado, una flor de lis de lo más imperial le añade mayor significado), pero tampoco esto despertó en él demasiado interés. Su estancia fue breve y muy poco profesional; más, ¿quiénes somos nosotros para poner en entredicho los motivos de esos gigantes del comercio cuyos caprichos guían el curso de nuestra nación? Con el tiempo, sabrá de mi devoción por su empresa, de mi dedicación. Y tal vez mi ejemplo le mueva a creer de nuevo en Levy Pants.

La Trixie aún guarda silencio, con lo que demuestra que es aún más sabia de lo que yo había imaginado. Tengo la sospecha de que esta mujer sabe muchísimo, de que su apatía es solo una fachada para ocultar su claro resentimiento contra Levy Pants. Su coherencia aumenta cuando habla de la jubilación. He observado que necesita calcetines blancos de repuesto, pues los que lleva ahora se han vuelto más bien grises. Quizás en un futuro próximo le compre un par de calcetines blancos de esos absorbentes que utilizan los deportistas. Quizás este detalle afectuoso la conmueva y la induzca a la conversación. Parece haberle tomado mucho cariño a mi gorra, pues ha dado en ponérsela de vez en cuando en lugar de su visera de celuloide.

Como ya te he dicho, lector, en anteriores entregas, he estado emulando al poeta Milton pasando mi juventud retirado, entregado al estudio y a la meditación a fin de perfeccionar mi oficio de escritor, tal como hizo él; la intemperancia cataclismática de mi madre me ha arrojado al mundo con la mayor crueldad. Mi organismo entero está aún agitado. En consecuencia, estoy aún en el proceso de adaptarme a la tensión del mundo laboral. En cuanto mi organismo se acostumbre a la oficina, daré el paso gigantesco de visitar la fábrica, diligente corazón de Levy Pants. He oído más de un pequeño silbido y un pequeño estruendo a través de la puerta de la fábrica, pero mi condición actual, que es de un cierto desasosiego, me veta un descenso a ese infierno particular, por el momento. De vez en cuando, aparece por la oficina algún obrero para exponer incultamente algún problema (normalmente se trata de una borrachera del capataz, que es un bebedor inveterado). Cuando me encuentre de nuevo en posesión de todas mis facultades visitaré a esa gente de la fábrica; tengo firmes y profundas convicciones respecto a la acción social. Seguramente podré hacer algo para ayudar a esos trabajadores. No puedo soportar a los que actúan cobardemente ante la injusticia social. Creo en un compromiso audaz e implacable con los problemas de nuestra época.

Nota social: He buscado distracción en el Prytania más de una vez, arrastrado por el atractivo de ciertos horrores tecnicoloreados, abortos fílmicos que eran ultrajes a todo criterio de gusto y decencia, rollos y rollos de perversión y blasfemia que asombraban y sobrecogían mis incrédulos ojos, que estremecían mi mente virginal y cerraban mi válvula.

Mi madre se relaciona ahora con unos indeseables que intentan convertirla en una especie de atleta, especímenes depravados de la humanidad que se dedican a jugar a los bolos y se sumergen así en el olvido. Seguir mi floreciente carrera mercantil me resulta un tanto doloroso, a veces, padeciendo como padezco estas distracciones y angustias en el hogar.

Nota sanitaria: Mi válvula se cerró violentamente esta tarde, cuando el señor González me pidió que le cerrara una columna de cifras. Cuando vio el estado en que su petición me precipitó, sumó él mismo, consideradamente, dichas cifras. Procuré no hacer una escena, pero mi válvula pudo más que yo. Por cierto que ese jefe administrativo podría resultar un fastidio.


Hasta luego,
Darryl, vuestro chico trabajador


Fragmento de A Confederacy of Dunces, de John Kennedy Toole. Más exactamente, una entrada del diario personal de Ignatius J. Reilly, su increíble protagonista. Escrita entre mediados y fines de la década de 1960, es la segunda y última novela de Toole, y fue publicada recién en 1980, once años después de su suicidio. En español se la conoce como La Conjura de los Necios, y puede conseguirse a través de Anagrama.

4 comentarios:

guorina dijo...

Hola! Qué cantidad de posts nuevos! Yo te imaginaba tirado en la arena y totalmente desconectado de la web (pero veo que no pudiste con el síndrome de abstinencia). Me gustó mucho TODO, tengo varios autores y libros que acabas de hacerme conocer y que tengo que rastear. Tenía en un CD "El hombre que fue jueves" y lo estoy leyendo, no puedo creer que Chesterton haya escrito algo tan extraño/genial. Besos!

Josef Gaishun dijo...

¡Buenas! ¿Qué tal?

Esta segunda parte de las vacaciones era más de montaña que de playa. Lamentablemente, una serie de motivos hicieron que el viaje se trunque antes de llegar a la mitad. Los diez días que anduve viajando, sin embargo, la pasé muy bien.

Así que acá estoy de vuelta, sí. Me alegro que te haya gustado lo que posteé. Veo que tu blog anda en período de renovación. Ya leeré con atención. Por lo pronto, ver las palabras "Angélica Gorodischer" y la portada de ese discazo que es East/West me estimulan para descubrir tus recomendaciones.

El Hombre Que Fue Jueves está realmente bien. El conservadurismo de Chesterton es superado por una historia que pasa progresivamente de ser una aventura filosófico-detectivesca a un delirio fantasioso sin comparación. Vale la pena.


Otro beso para vos.

guorina dijo...

Me alegro de que la hayas pasado bien! Mi blog NO ES PARA TOMÁRSELO EN SERIO! Algún día voy a tener un blog de verdad, pero falta mucho para eso. Está en renovación porque sufrió un ataque terrorista. No importa. No lo miren!

Besos,

Cecilia.

Josef Gaishun dijo...

¿Que no lo mire? Bueno, para eso es un poco tarde, creo, pero cuando se pueda ver y/o se convierta en un blog de verdad, avisame que voy a visitarlo con gusto.


Besos